En el interior de la ermita de Sant Eloi en Tàrrega (Lleida) traza las últimas pinceladas de un mural al fresco de 34 metros cuadrados.“Me he sentido como un verdadero ermitaño”, explica con la mascarilla en el rostro. Es el caso también del fresco de la ermita de Sant Eloi, donde hace 50 años se encontró la imagen medieval del santo emparedada en el interior, pero nada de restos de pinturas murales.
“Los pintores estamos acostumbrados al aislamiento, a confinarmos”, prosigue. Y así ha permanecido durante tres semanas, concentrado en su obra y alejándose de “la angustia de contar muertos”. “He pensado mucho mientras pintaba”, revela. ¿Por ejemplo? “Por qué pinto al fresco en un época de inmediatez y virtualidad”.
Hijo y nieto de pintores al fresco, descendientes de oficio de maestros medievales como los de Taüll o de Urgell, y de tantos otros anteriormente, solo achaca a la tradición una parte de la respuesta. Otro de los aspectos que valora de esta técnica es el uso de los pigmentos naturales, “los colores reales del paisaje y de la tierra”, que obtiene de diferentes partes del mundo. Para Minguell, “el contacto directo con la materia te da una libertad excepcional”.
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Fuentes:
www.facebook.com/pg/Josep-Minguell-266640130181844/posts/
www.lavanguardia.com/cultura/20200518/481225938576/josep-minguell-pintura-fresco-ermita-sant-eloi-tarrega-cuarentena.html